Es la parte del templo que menos intervenciones ha sufrido a lo largo de los siglos y la que mejor se ha mantenido en pie. Como podéis ver en la imagen inferior, la única reforma seria la encontramos en la cubierta, que se rehizo en su totalidad, pero el resto es original y, en nuestra opinión, uno de los más bellos del conjunto. Se erigió con sillares irregulares dispuestos en filas de diferente altura.
La decoración exterior del muro absidal (fotos 2 a 7) es de las mejor logradas y se compone de siete arcuaciones ciegas que apean sobre seis lesenas mediales y dos en los extremos. Por encima de los arquillos se coloca un baquetón corrido en el que apoya el friso de baquetones verticales. La única ventana para iluminar la zona del altar se coloca en el eje y es de doble derrame con vano a modo de aspillera.
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