El edificio ha sufrido profundas alteraciones a lo largo de los siglos. Tantas, que actualmente los restos románicos del mismo parecen como un palimpsesto repartido por los muros de la fábrica. Con todo, podemos afirmar que la fábrica románica se componía de una sola nave rematada a levante por el tramo recto del presbiterio y el semicírculo absidal. A los pies se sitúa un breve nártex sobre el que se elevó posteriormente la torre-campanario.
Si nos fijamos en el exterior del ábside advertiremos que el alero actual queda unos metros por encima de la línea de capiteles y canecillos que sostenía el alero original y que, salvo la ventana sur, todas ellas han sido cegadas. Lo dicho para el exterior puede aplicarse también a la decoración escultórica del interior: el relieve del Pantocrátor y el Tetramorfos, hoy encastado en la bóveda del ábside, parece haber sido recolocado y los capiteles del arco de triunfo puede que hayan sustituido a otros anteriores. Todos estos cambios parecen indicar la autoría de dos talleres distintos. En todo caso, nos encontraríamos ante un edificio cuyo ábside se debió de empezar en la segunda mitad del siglo XII.
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